El pasado mes de diciembre, celebramos Nuestro primer concurso de relatos destinado a fomentar en el alumnado el gusto por la escritura y el placer por la lectura, además de favorecer la creatividad y la imaginación. La participación fue notable, tanto entre los alumnos de nuestro centro como del CEIP Luis Chamizo, de los cursos 5º y 6º.
Desde el Equipo de Biblioteca agradecemos a todos la participación y os animamos a participar en la siguiente edición.
A continuación, les ofrecemos los relatos ganadores.
Disfruten de ellos.
La imaginación literaria es de un valor incalculable.
Érase
una vez un niño que vivía feliz con su familia. Un día, cuando se
acercaba la Navidad, él desconocía su verdadero significado, así
que decidió preguntárselo a la gente que conocía: su familia, sus
amigos, sus vecinos, su entrenador de fútbol...y todos le
contestaron lo mismo: muchos regalos, mucha comida y mucha fiesta.
Ninguna de estas cosas convenció a Francisco, que así se llamaba el
niño. Pensativo, se dirigió a un parque y se sentó en un banco. De
repente, escuchó una voz detrás de él:
-
¡Oye, niño, este es mi banco! - gritó la voz.
Francisco
se volvió asustado, pues no sabía de quién se trataba. Al girarse
vio a un hombre muy descuidado, con ropaje bastante gastado, el pelo y
la barba muy largos, la cara muy sucia y unas uñas negras que
sobresalían de unos guantes rotos y deshilachados. Francisco se quedó
mudo, no sabía qué hacer, casi ni se movía. El hombre volvió a
gritar:
-
¿Eres sordo? ¡Muévete de mi banco!
El
hombre se dio la vuelta para sentarse, pero sin dejar de mirar a
Francisco. Una vez se hubo sentado, le dijo más calmado:
-
Este banco es mío, hace más de diez años que vivo aquí.
Francisco,
muy sorprendido, le preguntó:
-
¿Vives aquí? ¿En serio? ¿En este banco?
El
hombre hizo señas a Francisco con la mano para que se sentara.
Francisco, obediente y un poco tembloroso, se sentó a su lado.
- Mi
nombre es Apolo.
- Yo
soy Francisco.
-
Perdona que te asustara, pero es que llevo tanto tiempo en este banco
que lo considero mío, es como mi casa y no me gusta que nadie se
siente en él.
- No
lo sabía, simplemente buscaba un sitio donde estar solo y pensar.
- ¿Y
se puede saber en qué pensabas?
-
Pues...que no sé el verdadero significado de la Navidad. Llevo
varios días preguntándolo y creo que nadie me da la respuesta
correcta.
-
Pues yo te lo puedo explicar. Para mí la Navidad significa
compartir, estar con la gente que quieres, ayudar a los demás…
Francisco
lo miró tristemente y le preguntó:
-
¿Pasarás la Navidad solo?
-
Pues sí, como cada año.
Francisco
sintió una gran pena por Apolo, no podía imaginar pasar la Navidad
solo.
-
¿No tienes familia?
Entonces
Apolo, con los ojos llenos de lágrimas, dijo:
-
Hubo un tiempo en el que sí tenía, pero tuve que viajar lejos de mi
país para buscar trabajo y las cosas no salieron como yo esperaba,
no pude volver y ahora estoy sin trabajo, sin dinero y sin hogar.
Ahora me gano la vida tallando estas pequeñas figuras por las que algunos me dan un donativo.
-
Tengo que irme, se ha hecho muy tarde, pero prometo venir a verte
pronto – dijo preocupado.
-
Aquí estará. Hasta pronto.
Cuando
Francisco llegó a casa ya estaba todo preparado para la cena. La
gran mesa estaba llena de comida, dulces y bebidas...y los pies del
gran árbol que adornaba el salón, lleno de regalos.
Se
sentó a la mesa con cara triste. Su abuelo se sentó a su lado y le
preguntó:
-
¿Por qué tienes esa cara?
-
¿Recuerdas que esta mañana te pregunté qué era para ti la Navidad?
Pues creo que todos estáis equivocados en la respuesta.
Su
abuelo lo miró sorprendido.
-
Verás, abuelo. Hoy he conocido a una persona en el parque y creo que
él es el único que me ha dado la verdadera respuesta.
Entonces
Francisco le cuenta toda la historia a su abuelo aunque, cuando se da
cuenta, todos lo están escuchando atentamente.
-
¿Sabéis qué os digo? Voy a ir a buscarlo para que pase la noche
con nosotros.
- Me
parece una idea fantástica. Ayudadme a preparar un sitio para él.
Cuando
Francisco llegó al parque, Apolo ya lo esperaba. Francisco se
sorprendió, parecía otra persona. Al ver su cara de sorpresa, Apolo
le dijo:
- Tenía el presentimiento de que esta noche tenía que arreglarme un poco. Así que, cuando te fuiste, me acerqué al albergue, me duché , me dieron ropa limpia y un poco más nueva y mira ¡hasta he conseguido una pajarita!
-
¡Estás estupendo! Venga, vamos que se enfría el pavo.
La
familia de Francisco acogió a Apolo de una forma muy agradable y la
cena transcurrió entre risas, anécdotas y grandes historias. Todos
insistieron en que se quedara a dormir. Esa noche, nadie de la
familia durmió bien: unos escucharon ruidos; otros, pasos e incluso
alguno escuchó cascabeles.
A la
mañana siguiente todos corrieron al salón para darse los regalos y
desearse “Feliz Navidad”. Todos menos Apolo. Fueron a buscarlo y
su habitación estaba vacía, también faltaban los regalos de debajo
del árbol. En su lugar había pequeños animales tallados. Debajo de
uno de ellos había una nota que decía: “Especialmente para
Francisco”. Este la cogió y la leyó en voz alta:
“Querido
Francisco y familia, muchas gracias por vuestra hospitalidad. He
cogido los regalos para dárselos a alguna gente que no tendría
ninguno hoy, sé que lo entenderéis y no os enfadaréis. Gracias de
nuevo por todo y Feliz Navidad. Firmado: vuestro amigo Papá Noel
(alias Apolo)”.
Primer
premio ( con 47,5 puntos)
Daniel
Osorio Gallego (5ºB)
Daniel
Ramos Conejo (5ºB)
Sergio
Rangel Martínez (5ºB)
Érase
una vez una niña llamada Paula. Ella tenía 11 años y le encantaba
el fútbol, porque sus padres habían jugado con ella desde muy
pequeña. Ellos habían sido jugadores casi profesionales. Al
principio no le gustaba nada pero poco a poco aprendió cosas sobre
este deporte y le empezó a gustar.
-
Papá, mamá, ¿jugamos al fútbol, por favor? - dijo Paula.
-
Vale, pero solo un ratito – contestaron ellos.
Siempre
jugaban los tres juntos hasta que le dieron una noticia:
-
Paula, vas a tener un hermanito y se va a llamar Manuel – le
contaron sus padres.
Después
de esta noticia, cada vez podían jugar menos con ella al fútbol
porque debían atender a su hermano pequeño y decidieron apuntarla a
un equipo. Poco después, María y Juan, sus padres, le dieron otra
noticia y esta vez no era muy buena:
-
Paula, nos mudamos a Madrid, pero tu madre y tu hermano se quedan en
Badajoz – dijo el padre.
-
Pero ¿por qué, papá?
-
Paula, papá y mamá tienen que darse un tiempo y nos mudamos a
Madrid. Allí papá va a trabajar y mientras tú conocerás a niños
y niñas nuevos en el colegio.
-
Papá, pero yo quiero jugar al fútbol – replicó la niña.
-
Hija, vas a jugar con niños y niñas nuevos y te lo vas a pasar mucho
mejor que aquí, te lo prometo.
Al
principio, Paula no quería separarse de su madre y de su hermano
pero su padre le prometió que en Navidad la llevaría a ver a su
equipo de fútbol favorito que a ella le hacía mucha ilusión.
Llegó
diciembre y con él, el comienzo de las Navidades. El alumbrado de
Madrid era espectacular y, tras varios meses viviendo en la ciudad,
Paula había decidido que lo que más le gustaba de Madrid era su
decorado.
-
Paula, ¿cómo te fue hoy en el colegio?
-
Muy bien, papá, hoy hemos decorado nuestra clase con nieve
artificial y un arbolito pequeño.
-
¡Qué guay, cariño! Después de acabar el torneo navideño
decoraremos nuestra casa y pondremos nuestro árbol.
Paula
se había adaptado muy bien a su nueva vida. Había hecho muchos
amigos nuevos y le encantaba jugar a fútbol con ellos. Al día
siguiente tenían un torneo en el que estarían tres días y dos
noches en una casa completamente decorada de Navidad en la que,
además de jugar el torneo de fútbol, harían actividades propias de
la fecha.
-
Paula, suerte, disfruta el partido – le deseó su padre.
-
Gracias, papá – dijo Paula agradecida.
Cuando
el partido comenzó estaba nevando y Paula era una jugadora magnífica
en el fútbol, marcó tres goles en un partido que terminó con una
victoria. Al acabar el partido, ocurrió algo inesperado:
-
Disculpe, ¿usted es el padre de Paula? - dijo un señor que estaba
en el campo de juego.
-
Sí, ¿hay algún problema? - contestó Juan.
-
No, al contrario, hemos visto cómo juega su hija y nos gustaría que
formase parte del equipo del Real Madrid.
- Le
hará mucha ilusión, gracias – respondió su padre sorprendido.
Paula
recibió la noticia y no pudo sentirse más feliz. Cumpliría su
sueño. Pero antes debía acabar el torneo. Al día siguiente se
levantó con muchas ganas de jugar y ganar el torneo. Comenzó el
partido, llegaron al minuto 18 de la segunda parte ganando 2-1 con un
gol de Paula, cuando de repente se escuchó un golpe.
-
¡Pumm!
Paula
había recibido un balonazo muy fuerte en la cabeza y cayó
inconsciente al campo. El personal sanitario actuó lo más rápido
posible y se la llevaron al hospital. Juan no se encontraba en ese
momento en el campo de juego, había ido a por un refresco para Paula
y, cuando llegó, recibió la fatídica noticia:
-
¿Qué ha pasado? - dijo Juan consternado.
-
Paula ha recibido un pelotazo en la cabeza y se la han llevado al
hospital, no se preocupe – le dijo el equipo médico.
El
padre corrió apresuradamente hacia el hospital y allí recibió una
terrible noticia:
-
Lamentamos decirle que Paula ha ingresado en estado crítico, hemos
actuado lo más rápido posible y ella ahora se encuentra en coma.
Debemos hacerle más pruebas para determinar cuál va a ser su
evolución. Tras esta noticia, Juan se derrumbó y decidió llamar a
María para comunicarle a noticia. La madre, tras enterarse, cogió
el coche y puso rumbo a Madrid.
-
¿Qué ha pasado, Juan?- preguntó María entristecida.
- No
sé...cuando llegué ya había ocurrido todo, me dijeron que recibió
un fuerte pelotazo en la cabeza y se encuentra en coma.
- Es
hora de dejar nuestras peleas y luchar por nuestra pequeña.
-
Sí, es hora de eso – concluyeron los padres abrazándose.
Tras
varios días en el hospital, recibieron información sobre la
evolución de Paula:
-
Siento decirles que Paula no ha mejorado en los últimos días, sigue
en el mismo estado en el que ingresó y, por desgracia, no podemos
asegurarles cuándo saldrá del coma.
-
Pero, ¿tendrá secuelas? - preguntó María.
-
Posiblemente pierda la movilidad de varias de sus articulaciones.
-
¡No, eso no puede ser posible! - gritó la madre.
-
Lamentamos decirles que es posible que eso ocurra, pero debemos
esperar a ver cómo evoluciona – dijo el médico tratando de
calmarla.
Pasaron
los días y el estado de salud de paula no mejoraba, sus padres
estaban viviendo la peor Navidad de sus vidas, ellos podían ver a los
niños disfrutar de las luces navideñas a través de la ventana del
hospital y solo podían pensar en el estado de salud de Paula. Los
días siguieron pasando y se acerca el día de Navidad. La madre de
Paula, al ver que su estado no mejoraba, decidió ir a por Manuel y
llevarlo a Madrid para que pasase los días de Navidad con ellos.
Llegó
el día de Nochebuena. Esa mañana Paula había sufrido una recaída
y sus padres iban a celebrarla en el hospital con su hija. En el
hospital se encontraban Manuel, Juan, María y la abuela materna.
Querían estar todos juntos y apoyar a Paula en su estado. La cena de
Nochebuena acabó y, como no tenían ganas de fiesta, decidieron
dormir temprano.
Eran
las doce en punto y todos dormían, las luces del pequeño árbol de
Navidad que se encontraba en la habitación del hospital se encendió.
Manuel comenzó a llorar y su madre se despertó:
-
¿Qué te pasa, Manuel?
Pero
Manuel no decía nada y Juan se percató de una cosa:
-
¿Quién ha encendido el árbol de Navidad?
-
¿No lo has encendido tú? - preguntó su mujer.
- Yo
no, ¿Tú tampoco?
-
No, yo me he despertado porque Manuel estaba llorando y no me he dado
cuenta de que estaba encendido.
Manuel
paró de llorar y, tras apagar el arbolito, volvieron a dormirse
todos. Pero, de pronto, los teléfonos móviles comenzaron a sonar:
era la canción de Navidad preferida de Paula. Todos despertaron
asustados. Ambos teléfonos habían comenzado a sonar a la vez y la
misma melodía: “Hecho con tus sueños”, la canción favorita de
Paula.
-
Pero, ¿qué ha pasado?
- No
sé...no entiendo nada…
Lo
mejor estaba por ocurrir. Tras apagar los teléfonos y volver a
dormir, el árbol se iluminó, la radio comenzó a sonar y Manuel,
que estaba despierto, se acercó a la cama de Paula.
-
¿Manuel? - se escuchó.
Los
padres se levantaron sobresaltados: era la voz de Paula.
-
¡Cariño, estás despierta! - dijeron los dos a la vez.
-
¡Llamad a un médico! - gritó Juan.
El
médico acudió y, tras revisar a fondo la niña, pudo decir que no
tenía secuelas de ningún tipo.
-
Pero, ¿cómo es posible, doctor? - preguntó María.
- No
tiene explicación, supongo que será la magia de la Navidad –
añadió el médico incrédulo.
Entonces
todo tuvo sentido: el arbolito encendido, su canción favorito, su
hermano sin poder dormir...Paula había vuelto gracias a la Navidad.
Segundo premio (con 46,5 puntos)
Blanca
Rangel Perera (6ºB)
Claudia
Sánchez Megías (6ºB)
Melchor:
Queridos niños, este año somos nosotros los que contamos el
recorrido que tenemos que hacer para haceros felices.
Baltasar:
A veces nos sentimos tristes porque no todos los niños de este mundo
pueden recibir regalos como algunos de vosotros, pero a la vez nos
sentimos orgullosos de satisfacer a muchos otros niños.
Gaspar:
Os vamos a contar la historia de una niña llamada Celia que nos ha
marcado mucho en nuestro paso por la Navidad.
(Carmen
entra y se tumba en el suelo).
Baltasar:
Sígueme en silencio para que no nos oigan.
Gaspar:
¿Has oído ese ruido?
(Carmen
se despierta)
Celia:
¡Ay, qué susto me habéis dado! Todo el mundo siempre me ha dicho
que los Reyes Magos no existían.
Baltasar:
Sí, todo el mundo piensa lo mismo a medida que se van haciendo
mayores, se van olvidando de nosotros, y eso nos entristece.
Celia:
Sí, a mí me han dicho varias personas de mi alrededor que los Reyes
no existen, pero yo nunca perdí la esperanza. Y aquí estoy con dos
de vosotros delante de mí.
Gaspar:
Hay adultos que hacen que los niños pierdan la ilusión por
nosotros.
Baltasar:
Vamos a poner en marcha un nuevo proyecto, el de devolver la ilusión
por nosotros a todos los niños que la hayan perdido. Tu misión es
contar tu experiencia.
Celia:
¿Por qué hay papás que les compran los regalos a sus hijos y
familiares? A mí me ha dicho mi primo mayor que sus papás le
compran los regalos. ¿Eso es verdad?
Gaspar:
Sí, hay algunos papás que nos ayudan, ya que sois muchos niños con
muchos deseos para cumplir y aunque seamos magos hay veces que
necesitamos ayuda.
Celia:
Vale, yo se lo contaré a mis amigos y familiares, y, aunque no me
creerán, yo me quedaré con esta experiencia que para mí ha sido
maravillosa e inolvidable.
Baltasar:
No me esperaba que una niña de tan solo cinco años fuese a tener estas
palabras tan bonitas y agradecidas para nosotros.
Gaspar:
Por eso este año vas a vivir las Navidades con muchísima alegría e
ilusión y transmite esta ilusión a la gente que te rodea para que
cada año la Navidad sea esperada con estos sentimientos.
Celia:
Muchas gracias por haber venido y perder un poco de vuestro valioso
tiempo en contarme lo que sentís vosotros cuando los niños nos
hacemos mayores y perdemos la ilusión. ¡Haced felices a muchos
niños como lo habéis hecho conmigo! ¡Hasta la próxima!
Gaspar
y Baltasar: ¡Que tú y los que te rodean paséis una feliz Navidad!
Baltasar:
Para mucha gente la Navidad es la mejor época del año con sonrisas
y mucho cariño, mientras que otras muchas desean dormirse y
despertar el siete de enero y que todo haya pasado, ya que en sus
mesas habrá una silla vacía.
También
la Navidad es para los niños una época de diversión, de ganas de
escribirnos las cartas e intentar portarse bien, aunque a veces son
muy traviesos para que nosotros cumplamos sus deseos. Sin embargo,
para los adultos es un periodo de estrés, intentando comprar el mejor
regalo para sus hijos y sorprenderlos, pero también deberían ustedes
tener un poco de ilusión y, por ello, nosotros hoy vamos a regalaros
estos bombones , para endulzar vuestras vacaciones de Navidad.
Gracias por dedicarnos vuestro tiempo. Ya sabéis: crecer no te hacer perder el niño que llevas dentro.
¡No pierdas la ilusión!
¡Ama
la Navidad!
Tercer premio (con 46 puntos)
Ainhoa
López González (3º ESO)
Carmen
Torres Díaz (4º ESO)
Andrea
Rodríguez Rodríguez (4º ESO)
La Navidad de María
Bufanda,
gorro y guantes
se
ven por los escaparates
turrones,
mazapán y chocolate
se
huelen por las calles.
Luces
de colores alumbran por todas partes
las
chimeneas calientan los hogares y escupen su humo al aire.
Y¡
qué ilusión más grande!
Hoy
me visto de pastora para el belén del parque
que
todo el pueblo se une para verlo y viene ¡hasta el alcalde!
¡Vamos,
mamá! date prisa, mira que llegamos tarde.
¡Hoy
es Nochebuena y está toda la familia reunida,
están
mis padres, mis abuelos mis primos y hasta mi tía.
Y
cuánta comida junta.
¡Hay
por lo menos para tres días!
Y
puedo comer lo que yo quiera, o por lo menos lo que pueda.
Y
qué rico el pavo, y qué rico el estofado y qué bueno el postre de
helado.
Mi
abuela agarra la zambomba,
yo
cojo la pandereta y nos ponemos a cantar:
!Navidad
Navidad dulce Navidad!
Al
final me entra sueño
me
lleva mi padre a la cama
y me
da un abrazo y un beso.
¡Por
fin es Navidad!
Me
encanta este día
me
levanto de la cama
y corro por la casa.
No
me doy cuenta
de
que voy descalza
y en
pijama todavía.
¡Nieve
nieve! Me visto a toda prisa
¡no
la he visto en mi vida!
Qué
bonita es y qué blanca
y está muy blandita.
Y
llegan mis amigas
y jugamos y corremos
y nos partimos de risa.
¿Un
muñeco de nieve ?
¡Qué
gran idea, amiga!
Nos
ponemos a hacer nuestro muñeco de nieve
antes
de que salga el sol y lo descongele!
¡Nochevieja!¡Ay!
qué poco queda
y parece mentira.
Ya
se acaba el año ¿tan deprisa?.
¡Vecina!
¿No
tienes un poco azúcar?
¡Que no me queda una mijina!
Mi
madre le da un kilo
pa
que andar con tonterías
¡Las
uvas, las uvas! María,
¿Se
te olvidaron, madre?
Sí,
hija mía,
Ya
voy corriendo yo
a buscarlas al comercio
¡ A
ver si llego a tiempo !
Con
la lengua arrastrando de tanto cansancio
vuelvo
a mi casa con las uvas bajo el brazo.
¡Las
campanadas!
¡Entramos
en otro año!
Le
digo adiós al viejo
que
se llevó tantos momentos
Le
digo hola al nuevo
espero
que sea igual de bueno
¡Un
deseo, un deseo!
Yo
para mí no quiero nada
¡Solo
salud para los que quiero!
Bueno
y que no haya en el mundo tanto sufrimiento.
¿Por
cuántas campanadas vamos ya?
dice
mi padre desde dentro,
mira
que llevo cuatro
y es
que no me entero.
A mí
me entra mucha risa.
¡Si
hace un rato, padre,
que
estamos en enero!
¡Los
Reyes Magos!
Por
fin, llegó el día
por
el que esperé todo el año.
Tengo
cosquillas en el estómago
esta
noche me acostaré más temprano
a ver si amanece antes,
¡para
abrir los regalos!
Me
acuesto y no me duermo
¿Qué
será ese ruido que escucho?
Quizás
los Reyes
¡Que
me traen lo deseado!Menos mal que les dejé polvorones
y agua para los camellos.
Ese
es mi último pensamiento
antes
de ganarme el sueño
¡Los
regalos, los regalos!
¡Qué
emoción, que ilusión!
Qué
feliz me siento,
qué
Reyes más buenos
me
han traído casi todo lo que quiero,
aunque
ese pijama no lo pedí
y tampoco calcetines nuevos.
Qué
contenta mamá con su abrigo nuevo.
Y
papá la mira tan contento...
Y
como manda la tradición,
nos
despedimos de las fiestas comiendo el roscón.
Recojo
con cuidado las luces y bolas
y el
árbol de Navidad
en
una caja muy grande que me ha traído mamá.
Bombones,
buñuelos y alfajores
aún
se sienten sus olores
Champán,
lentejuelas y tacones
para
futuras ocasiones.
Te
espero Navidad
llenita
de ilusiones
y solo espero que el próximo año
la
pueda volver a celebrar con la familia al completo.
¡Feliz
Navidad!
Cuarto premio (con 45 puntos)
Carlota
Costillo Conejo (5ºA).
Samara
Cid Torres (5ºA).
África
Gata Perera (5ºA).
Perdidos en Navidad
Érase
una vez una pastora llamada Marta que una mañana salió a buscar
frutos al bosque. De repente escuchó ruidos tras ella y dijo:
-
¿Qué ha sido eso?
Cuando
Marta dio media vuelta ¡cuál fue su sorpresa! Ante ella estaban dos
preciosos renos jugando.
-
¿De dónde habéis salido vosotros?
-
¡Hola! Somos los renos de Papá Noel.
-
¡Dios mío!¡Sabéis hablar!
-
¡Nos hemos perdido!
-
¡Que nosotros nunca nos perdemos!
Entonces
los renos dieron su patita a la pastora y la acompañaron hasta donde
tenían todos los regalos de Navidad preparados para ser repartidos.
-
Marta, tienes que ayudarnos a encontrar a Papá Noel antes de que
llegue Navidad. No sabemos dónde se ha metido este hombre. Si nos
ofreces tu ayuda, te daremos por adelantado tu más deseado deseo.
¿Aceptas el reto?
-
Vale, sí, sí, yo os ayudaré, pero...¿Cómo puedo hacerlo?
Los
renos se quedaron pensativos durante un buen rato, hasta que dieron
con la solución.
-
Buscaremos por todos los lados hasta encontrarlo. Los niños no
pueden quedarse sin sus regalos ese día.
-
Tenemos que darnos prisa, solo tenemos tiempo hasta el amanecer.
-
Vale, chicos, ¿por dónde empezamos? - dijo Pastora.
-
Vayamos por aquí.
Rastrearon
todo a fondo sin ver nada. Ya desesperados, a punto de darse por
vencidos, escucharon en el silencio de la noche unos fuertes
ronquidos. Venían de detrás del sillón favorito de Papá Noel.
-
¿Quién estará roncando de esa manera?
-
Esos ronquidos me son familiares.
-
¡Claro! Son de Papá Noel. Por fin lo hemos encontrado. El pobre
estaba tan cansado de trabajar y con lo mayor que es, se ha quedado
frito.
-
¿Qué hacemos? ¿Lo despertamos?
-
Sí, sí. No hay tiempo que perder.
Los
tres lo abrazaron muy contentos de haberlo encontrado y le contaron lo
preocupados que habían estado por él, y sin perder más tiempo, se
pusieron manos a la obra para que esa noche ningún niño se quedase
sin su regalo.
-
¡Venga, chicos, la noche promete!
-
Presiento que nos vamos a divertir mucho esta noche.
-
Queda mucho trabajo por delante.
Se
montaron a toda prisa en el trineo de Papá Noel y comenzaron la gran
aventura. Papá Noel hizo detener el trineo. Ante la primera casa y
lo más rápido que pudo, subió a la chimenea, pero se encontraron
con otro problema: se quedó atascado en la chimenea y no podía
salir ni para arriba ni para abajo. El padre le pidió ayuda a Marta
y a sus fieles renos.
-
¡Dios mío! ¡Qué hacemos ahora con este hombre! – gritó
Pastora-. Tenía que haberse puesto a dieta un tiempo atrás…
- No
puedes comer tantas galletas – añadió Rodolfo-. Tenías que
hacer caso de vez en cuando a Mamá Noel. ¡Menuda papeleta tenemos
ahora contigo!
-
¡Venga, venga, dejad de regañar al pobre hombre y solucionemos esto
ahora mismo! - dijo Trueno.
Corrieron
todos hacia la chimenea y con unos empujoncitos Papá Noel cayó por
ella. Pudo dejar los regalos bajo el árbol, pero haciendo caso omiso
a sus compañeros de viaje, no pasó por alto los dulces que le
habían preparado y se los tomó todos, sin dejar ni una mijita, con
lo cual tuvo que salir por la puerta.
-
¿Cómo tardaste tanto en dejar los regalos? - le preguntó Pastora
nada más salir.
-
¡Claro, normal! Si se ha tomado todo lo que le han dejado –
contestó Rodolfo.
-
Vamos, vamos, sigamos con el reparto – dijo Trueno.
Toman
rumbo hacia la siguiente casa y ya deciden entrar directamente por la
puerta, pues la chimenea era demasiado pequeña para él, y así
ahorraron tiempo y discusiones tontas.
-
Bueno, chicos, ya casi está amaneciendo, pero por fin estamos en la
última casa que nos quedaba.
-
¡Qué alegría! ¡Por fin trabajo terminado!
Fue
una noche complicada entre prisas, altercados, enfados y nervios,
pero al fin todo acabó como habían planeado. Como le prometieron
los renos, Trueno y Rodolfo, Pastora recibió su regalo. Era un
cuento que se titulaba “Perdidos en Navidad”.
-
¡Oh, qué bonito! Muchas gracias a todos, me encantó ayudaros –
se despidió Pastora.
Gracias
a que entre todos formaron un equipo pudieron solucionar la Navidad.
Quinto premio (con 42,5 puntos).
Lara
Torres Barragán. (5ºB).
Dária
Vellarino Galván (5ºB).
Nuria
Gata Bas (5ºB).
Isabel
Toscano Parra (5ºB).
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