viernes, 25 de enero de 2019

I Concurso de creación y lectura dramatizada de relatos navideños “Cuéntame un cuento”.

El pasado mes de diciembre, celebramos Nuestro primer concurso de relatos destinado a fomentar en el alumnado el gusto por la escritura y el placer por la lectura, además de favorecer la creatividad y la imaginación. La participación fue notable, tanto entre los alumnos de nuestro centro como del CEIP Luis Chamizo, de los cursos 5º y 6º.




Desde el Equipo de Biblioteca agradecemos a todos la participación y os animamos a participar en la siguiente edición.

A continuación, les ofrecemos los relatos ganadores.

Disfruten de ellos.
                        La imaginación literaria es de un valor incalculable.



 El significado de la Navidad



Érase una vez un niño que vivía feliz con su familia. Un día, cuando se acercaba la Navidad, él desconocía su verdadero significado, así que decidió preguntárselo a la gente que conocía: su familia, sus amigos, sus vecinos, su entrenador de fútbol...y todos le contestaron lo mismo: muchos regalos, mucha comida y mucha fiesta. Ninguna de estas cosas convenció a Francisco, que así se llamaba el niño. Pensativo, se dirigió a un parque y se sentó en un banco. De repente, escuchó una voz detrás de él:

- ¡Oye, niño, este es mi banco! - gritó la voz.

Francisco se volvió asustado, pues no sabía de quién se trataba. Al girarse vio a un hombre muy descuidado, con ropaje bastante gastado, el pelo y la barba muy largos, la cara muy sucia y unas uñas negras que sobresalían de unos guantes rotos y deshilachados. Francisco se quedó mudo, no sabía qué hacer, casi ni se movía. El hombre volvió a gritar:

- ¿Eres sordo? ¡Muévete de mi banco!

El hombre se dio la vuelta para sentarse, pero sin dejar de mirar a Francisco. Una vez se hubo sentado, le dijo más calmado:

- Este banco es mío, hace más de diez años que vivo aquí.

Francisco, muy sorprendido, le preguntó:
 
- ¿Vives aquí? ¿En serio? ¿En este banco?

El hombre hizo señas a Francisco con la mano para que se sentara. Francisco, obediente y un poco tembloroso, se sentó a su lado.

- Mi nombre es Apolo.
- Yo soy Francisco.
- Perdona que te asustara, pero es que llevo tanto tiempo en este banco que lo considero mío, es como mi casa y no me gusta que nadie se siente en él.
- No lo sabía, simplemente buscaba un sitio donde estar solo y pensar.
- ¿Y se puede saber en qué pensabas?
- Pues...que no sé el verdadero significado de la Navidad. Llevo varios días preguntándolo y creo que nadie me da la respuesta correcta.
- Pues yo te lo puedo explicar. Para mí la Navidad significa compartir, estar con la gente que quieres, ayudar a los demás…

Francisco lo miró tristemente y le preguntó:

- ¿Pasarás la Navidad solo?
- Pues sí, como cada año.

Francisco sintió una gran pena por Apolo, no podía imaginar pasar la Navidad solo.

- ¿No tienes familia?

Entonces Apolo, con los ojos llenos de lágrimas, dijo:

- Hubo un tiempo en el que sí tenía, pero tuve que viajar lejos de mi país para buscar trabajo y las cosas no salieron como yo esperaba, no pude volver y ahora estoy sin trabajo, sin dinero y sin hogar. Ahora me gano la vida tallando estas pequeñas figuras por las que algunos me dan un donativo.
- Tengo que irme, se ha hecho muy tarde, pero prometo venir a verte pronto – dijo preocupado.
- Aquí estará. Hasta pronto.

Cuando Francisco llegó a casa ya estaba todo preparado para la cena. La gran mesa estaba llena de comida, dulces y bebidas...y los pies del gran árbol que adornaba el salón, lleno de regalos.
Se sentó a la mesa con cara triste. Su abuelo se sentó a su lado y le preguntó:

- ¿Por qué tienes esa cara?
- ¿Recuerdas que esta mañana te pregunté qué era para ti la Navidad? Pues creo que todos estáis equivocados en la respuesta.

Su abuelo lo miró sorprendido.
- Verás, abuelo. Hoy he conocido a una persona en el parque y creo que él es el único que me ha dado la verdadera respuesta.

Entonces Francisco le cuenta toda la historia a su abuelo aunque, cuando se da cuenta, todos lo están escuchando atentamente.
- ¿Sabéis qué os digo? Voy a ir a buscarlo para que pase la noche con nosotros.
- Me parece una idea fantástica. Ayudadme a preparar un sitio para él.

Cuando Francisco llegó al parque, Apolo ya lo esperaba. Francisco se sorprendió, parecía otra persona. Al ver su cara de sorpresa, Apolo le dijo:

- Tenía el presentimiento de que esta noche tenía que arreglarme un poco. Así que, cuando te fuiste, me acerqué al albergue, me duché , me dieron ropa limpia y un poco más nueva y mira ¡hasta he conseguido una pajarita!
- ¡Estás estupendo! Venga, vamos que se enfría el pavo.

La familia de Francisco acogió a Apolo de una forma muy agradable y la cena transcurrió entre risas, anécdotas y grandes historias. Todos insistieron en que se quedara a dormir. Esa noche, nadie de la familia durmió bien: unos escucharon ruidos; otros, pasos e incluso alguno escuchó cascabeles.
A la mañana siguiente todos corrieron al salón para darse los regalos y desearse “Feliz Navidad”. Todos menos Apolo. Fueron a buscarlo y su habitación estaba vacía, también faltaban los regalos de debajo del árbol. En su lugar había pequeños animales tallados. Debajo de uno de ellos había una nota que decía: “Especialmente para Francisco”. Este la cogió y la leyó en voz alta:

“Querido Francisco y familia, muchas gracias por vuestra hospitalidad. He cogido los regalos para dárselos a alguna gente que no tendría ninguno hoy, sé que lo entenderéis y no os enfadaréis. Gracias de nuevo por todo y Feliz Navidad. Firmado: vuestro amigo Papá Noel (alias Apolo)”.

Primer premio ( con 47,5 puntos)
Daniel Osorio Gallego (5ºB)

Daniel Ramos Conejo (5ºB)

Sergio Rangel Martínez (5ºB)




 
 Milagro por Navidad


Érase una vez una niña llamada Paula. Ella tenía 11 años y le encantaba el fútbol, porque sus padres habían jugado con ella desde muy pequeña. Ellos habían sido jugadores casi profesionales. Al principio no le gustaba nada pero poco a poco aprendió cosas sobre este deporte y le empezó a gustar.

- Papá, mamá, ¿jugamos al fútbol, por favor? - dijo Paula.
- Vale, pero solo un ratito – contestaron ellos.

Siempre jugaban los tres juntos hasta que le dieron una noticia:

- Paula, vas a tener un hermanito y se va a llamar Manuel – le contaron sus padres.

Después de esta noticia, cada vez podían jugar menos con ella al fútbol porque debían atender a su hermano pequeño y decidieron apuntarla a un equipo. Poco después, María y Juan, sus padres, le dieron otra noticia y esta vez no era muy buena:

- Paula, nos mudamos a Madrid, pero tu madre y tu hermano se quedan en Badajoz – dijo el padre.
- Pero ¿por qué, papá?
- Paula, papá y mamá tienen que darse un tiempo y nos mudamos a Madrid. Allí papá va a trabajar y mientras tú conocerás a niños y niñas nuevos en el colegio.
- Papá, pero yo quiero jugar al fútbol – replicó la niña.
- Hija, vas a jugar con niños y niñas nuevos y te lo vas a pasar mucho mejor que aquí, te lo prometo.

Al principio, Paula no quería separarse de su madre y de su hermano pero su padre le prometió que en Navidad la llevaría a ver a su equipo de fútbol favorito que a ella le hacía mucha ilusión.
     Llegó diciembre y con él, el comienzo de las Navidades. El alumbrado de Madrid era espectacular y, tras varios meses viviendo en la ciudad, Paula había decidido que lo que más le gustaba de Madrid era su decorado.

- Paula, ¿cómo te fue hoy en el colegio?
- Muy bien, papá, hoy hemos decorado nuestra clase con nieve artificial y un arbolito pequeño.
- ¡Qué guay, cariño! Después de acabar el torneo navideño decoraremos nuestra casa y pondremos nuestro árbol.

Paula se había adaptado muy bien a su nueva vida. Había hecho muchos amigos nuevos y le encantaba jugar a fútbol con ellos. Al día siguiente tenían un torneo en el que estarían tres días y dos noches en una casa completamente decorada de Navidad en la que, además de jugar el torneo de fútbol, harían actividades propias de la fecha.

- Paula, suerte, disfruta el partido – le deseó su padre.
- Gracias, papá – dijo Paula agradecida.

Cuando el partido comenzó estaba nevando y Paula era una jugadora magnífica en el fútbol, marcó tres goles en un partido que terminó con una victoria. Al acabar el partido, ocurrió algo inesperado:

- Disculpe, ¿usted es el padre de Paula? - dijo un señor que estaba en el campo de juego.
- Sí, ¿hay algún problema? - contestó Juan.
- No, al contrario, hemos visto cómo juega su hija y nos gustaría que formase parte del equipo del Real Madrid.
- Le hará mucha ilusión, gracias – respondió su padre sorprendido.

Paula recibió la noticia y no pudo sentirse más feliz. Cumpliría su sueño. Pero antes debía acabar el torneo. Al día siguiente se levantó con muchas ganas de jugar y ganar el torneo. Comenzó el partido, llegaron al minuto 18 de la segunda parte ganando 2-1 con un gol de Paula, cuando de repente se escuchó un golpe.

- ¡Pumm!

Paula había recibido un balonazo muy fuerte en la cabeza y cayó inconsciente al campo. El personal sanitario actuó lo más rápido posible y se la llevaron al hospital. Juan no se encontraba en ese momento en el campo de juego, había ido a por un refresco para Paula y, cuando llegó, recibió la fatídica noticia:

- ¿Qué ha pasado? - dijo Juan consternado.
- Paula ha recibido un pelotazo en la cabeza y se la han llevado al hospital, no se preocupe – le dijo el equipo médico.

El padre corrió apresuradamente hacia el hospital y allí recibió una terrible noticia:

- Lamentamos decirle que Paula ha ingresado en estado crítico, hemos actuado lo más rápido posible y ella ahora se encuentra en coma. Debemos hacerle más pruebas para determinar cuál va a ser su evolución. Tras esta noticia, Juan se derrumbó y decidió llamar a María para comunicarle a noticia. La madre, tras enterarse, cogió el coche y puso rumbo a Madrid.

- ¿Qué ha pasado, Juan?- preguntó María entristecida.
- No sé...cuando llegué ya había ocurrido todo, me dijeron que recibió un fuerte pelotazo en la cabeza y se encuentra en coma.
- Es hora de dejar nuestras peleas y luchar por nuestra pequeña.
- Sí, es hora de eso – concluyeron los padres abrazándose.

Tras varios días en el hospital, recibieron información sobre la evolución de Paula:

- Siento decirles que Paula no ha mejorado en los últimos días, sigue en el mismo estado en el que ingresó y, por desgracia, no podemos asegurarles cuándo saldrá del coma.
- Pero, ¿tendrá secuelas? - preguntó María.
- Posiblemente pierda la movilidad de varias de sus articulaciones.
- ¡No, eso no puede ser posible! - gritó la madre.
- Lamentamos decirles que es posible que eso ocurra, pero debemos esperar a ver cómo evoluciona – dijo el médico tratando de calmarla.

Pasaron los días y el estado de salud de paula no mejoraba, sus padres estaban viviendo la peor Navidad de sus vidas, ellos podían ver a los niños disfrutar de las luces navideñas a través de la ventana del hospital y solo podían pensar en el estado de salud de Paula. Los días siguieron pasando y se acerca el día de Navidad. La madre de Paula, al ver que su estado no mejoraba, decidió ir a por Manuel y llevarlo a Madrid para que pasase los días de Navidad con ellos.

Llegó el día de Nochebuena. Esa mañana Paula había sufrido una recaída y sus padres iban a celebrarla en el hospital con su hija. En el hospital se encontraban Manuel, Juan, María y la abuela materna. Querían estar todos juntos y apoyar a Paula en su estado. La cena de Nochebuena acabó y, como no tenían ganas de fiesta, decidieron dormir temprano.
Eran las doce en punto y todos dormían, las luces del pequeño árbol de Navidad que se encontraba en la habitación del hospital se encendió. Manuel comenzó a llorar y su madre se despertó:

- ¿Qué te pasa, Manuel?

Pero Manuel no decía nada y Juan se percató de una cosa:

- ¿Quién ha encendido el árbol de Navidad?
- ¿No lo has encendido tú? - preguntó su mujer.
- Yo no, ¿Tú tampoco?
- No, yo me he despertado porque Manuel estaba llorando y no me he dado cuenta de que estaba encendido.

Manuel paró de llorar y, tras apagar el arbolito, volvieron a dormirse todos. Pero, de pronto, los teléfonos móviles comenzaron a sonar: era la canción de Navidad preferida de Paula. Todos despertaron asustados. Ambos teléfonos habían comenzado a sonar a la vez y la misma melodía: “Hecho con tus sueños”, la canción favorita de Paula.

- Pero, ¿qué ha pasado?
- No sé...no entiendo nada…

Lo mejor estaba por ocurrir. Tras apagar los teléfonos y volver a dormir, el árbol se iluminó, la radio comenzó a sonar y Manuel, que estaba despierto, se acercó a la cama de Paula.

- ¿Manuel? - se escuchó.

Los padres se levantaron sobresaltados: era la voz de Paula.

- ¡Cariño, estás despierta! - dijeron los dos a la vez.
- ¡Llamad a un médico! - gritó Juan.

El médico acudió y, tras revisar a fondo la niña, pudo decir que no tenía secuelas de ningún tipo.
- Pero, ¿cómo es posible, doctor? - preguntó María.
- No tiene explicación, supongo que será la magia de la Navidad – añadió el médico incrédulo.

Entonces todo tuvo sentido: el arbolito encendido, su canción favorito, su hermano sin poder dormir...Paula había vuelto gracias a la Navidad.


Segundo premio (con 46,5 puntos)

Blanca Rangel Perera (6ºB)
Claudia Sánchez Megías (6ºB)
Paola Sánchez Megías (4º ESO)




La otra perspectiva de la Navidad 

 

Melchor: Queridos niños, este año somos nosotros los que contamos el recorrido que tenemos que hacer para haceros felices.
Baltasar: A veces nos sentimos tristes porque no todos los niños de este mundo pueden recibir regalos como algunos de vosotros, pero a la vez nos sentimos orgullosos de satisfacer a muchos otros niños.
Gaspar: Os vamos a contar la historia de una niña llamada Celia que nos ha marcado mucho en nuestro paso por la Navidad.

(Carmen entra y se tumba en el suelo).

Baltasar: Sígueme en silencio para que no nos oigan.
Gaspar: ¿Has oído ese ruido?

(Carmen se despierta)

Celia: ¡Ay, qué susto me habéis dado! Todo el mundo siempre me ha dicho que los Reyes Magos no existían.
Baltasar: Sí, todo el mundo piensa lo mismo a medida que se van haciendo mayores, se van olvidando de nosotros, y eso nos entristece.
Celia: Sí, a mí me han dicho varias personas de mi alrededor que los Reyes no existen, pero yo nunca perdí la esperanza. Y aquí estoy con dos de vosotros delante de mí.
Gaspar: Hay adultos que hacen que los niños pierdan la ilusión por nosotros.
Baltasar: Vamos a poner en marcha un nuevo proyecto, el de devolver la ilusión por nosotros a todos los niños que la hayan perdido. Tu misión es contar tu experiencia.
Celia: ¿Por qué hay papás que les compran los regalos a sus hijos y familiares? A mí me ha dicho mi primo mayor que sus papás le compran los regalos. ¿Eso es verdad?
Gaspar: Sí, hay algunos papás que nos ayudan, ya que sois muchos niños con muchos deseos para cumplir y aunque seamos magos hay veces que necesitamos ayuda.
Celia: Vale, yo se lo contaré a mis amigos y familiares, y, aunque no me creerán, yo me quedaré con esta experiencia que para mí ha sido maravillosa e inolvidable.
Baltasar: No me esperaba que una niña de tan solo cinco años fuese a tener estas palabras tan bonitas y agradecidas para nosotros.
Gaspar: Por eso este año vas a vivir las Navidades con muchísima alegría e ilusión y transmite esta ilusión a la gente que te rodea para que cada año la Navidad sea esperada con estos sentimientos.
Celia: Muchas gracias por haber venido y perder un poco de vuestro valioso tiempo en contarme lo que sentís vosotros cuando los niños nos hacemos mayores y perdemos la ilusión. ¡Haced felices a muchos niños como lo habéis hecho conmigo! ¡Hasta la próxima!
Gaspar y Baltasar: ¡Que tú y los que te rodean paséis una feliz Navidad!

Baltasar: Para mucha gente la Navidad es la mejor época del año con sonrisas y mucho cariño, mientras que otras muchas desean dormirse y despertar el siete de enero y que todo haya pasado, ya que en sus mesas habrá una silla vacía.
También la Navidad es para los niños una época de diversión, de ganas de escribirnos las cartas e intentar portarse bien, aunque a veces son muy traviesos para que nosotros cumplamos sus deseos. Sin embargo, para los adultos es un periodo de estrés, intentando comprar el mejor regalo para sus hijos y sorprenderlos, pero también deberían ustedes tener un poco de ilusión y, por ello, nosotros hoy vamos a regalaros estos bombones , para endulzar vuestras vacaciones de Navidad.

Gracias por dedicarnos vuestro tiempo. Ya sabéis: crecer no te hacer perder el niño que llevas dentro.  
¡No pierdas la ilusión!

¡Ama la Navidad!

Tercer premio (con 46 puntos)

Ainhoa López González (3º ESO)
Carmen Torres Díaz (4º ESO)
Andrea Rodríguez Rodríguez (4º ESO)




 La Navidad de María



Bufanda, gorro y guantes
se ven por los escaparates
turrones, mazapán y chocolate
se huelen por las calles.
Luces de colores alumbran por todas partes
las chimeneas calientan los hogares y escupen su humo al aire.
Y¡ qué ilusión más grande!
Hoy me visto de pastora para el belén del parque
que todo el pueblo se une para verlo y viene ¡hasta el alcalde!
¡Vamos, mamá! date prisa, mira que llegamos tarde.
¡Hoy es Nochebuena y está toda la familia reunida,
están mis padres, mis abuelos mis primos y hasta mi tía.
Y cuánta comida junta.
¡Hay por lo menos para tres días!
Y puedo comer lo que yo quiera, o por lo menos lo que pueda.
Y qué rico el pavo, y qué rico el estofado y qué bueno el postre de helado.
Mi abuela agarra la zambomba,
yo cojo la pandereta y nos ponemos a cantar:
!Navidad Navidad dulce Navidad!
Al final me entra sueño
me lleva mi padre a la cama
y me da un abrazo y un beso.
¡Por fin es Navidad!
Me encanta este día
me levanto de la cama
y corro por la casa.
No me doy cuenta
de que voy descalza
y en pijama todavía.
¡Nieve nieve! Me visto a toda prisa
¡no la he visto en mi vida!
Qué bonita es y qué blanca
y está muy blandita.
Y llegan mis amigas
y jugamos y corremos
y nos partimos de risa.
¿Un muñeco de nieve ?
¡Qué gran idea, amiga!
Nos ponemos a hacer nuestro muñeco de nieve
antes de que salga el sol y lo descongele!
¡Nochevieja!¡Ay! qué poco queda
y parece mentira.
Ya se acaba el año ¿tan deprisa?.
¡Vecina!
¿No tienes un poco azúcar?
¡Que no me queda una mijina!
Mi madre le da un kilo
pa que andar con tonterías
¡Las uvas, las uvas! María,
¿Se te olvidaron, madre?
Sí, hija mía,
Ya voy corriendo yo
a buscarlas al comercio
¡ A ver si llego a tiempo !
Con la lengua arrastrando de tanto cansancio
vuelvo a mi casa con las uvas bajo el brazo.
¡Las campanadas!
¡Entramos en otro año!
Le digo adiós al viejo
que se llevó tantos momentos
Le digo hola al nuevo
espero que sea igual de bueno
¡Un deseo, un deseo!
Yo para mí no quiero nada
¡Solo salud para los que quiero!
Bueno y que no haya en el mundo tanto sufrimiento.
¿Por cuántas campanadas vamos ya?
dice mi padre desde dentro,
mira que llevo cuatro
y es que no me entero.
A mí me entra mucha risa.
¡Si hace un rato, padre,
que estamos en enero!
¡Los Reyes Magos!
Por fin, llegó el día
por el que esperé todo el año.
Tengo cosquillas en el estómago
esta noche me acostaré más temprano
a ver si amanece antes,
¡para abrir los regalos!
Me acuesto y no me duermo
¿Qué será ese ruido que escucho?
Quizás los Reyes
¡Que me traen lo deseado!Menos mal que les dejé polvorones
y agua para los camellos.
Ese es mi último pensamiento
antes de ganarme el sueño
¡Los regalos, los regalos!
¡Qué emoción, que ilusión!
Qué feliz me siento,
qué Reyes más buenos
me han traído casi todo lo que quiero,
aunque ese pijama no lo pedí
y tampoco calcetines nuevos.
Qué contenta mamá con su abrigo nuevo.
Y papá la mira tan contento...
Y como manda la tradición,
nos despedimos de las fiestas comiendo el roscón.
Recojo con cuidado las luces y bolas
y el árbol de Navidad
en una caja muy grande que me ha traído mamá.
Bombones, buñuelos y alfajores
aún se sienten sus olores
Champán, lentejuelas y tacones
para futuras ocasiones.
Te espero Navidad
llenita de ilusiones
y solo espero que el próximo año
la pueda volver a celebrar con la familia al completo.
¡Feliz Navidad!

Cuarto premio (con 45 puntos)

Carlota Costillo Conejo (5ºA).
Samara Cid Torres (5ºA).
África Gata Perera (5ºA).



 Perdidos en Navidad



Érase una vez una pastora llamada Marta que una mañana salió a buscar frutos al bosque. De repente escuchó ruidos tras ella y dijo:

- ¿Qué ha sido eso?

Cuando Marta dio media vuelta ¡cuál fue su sorpresa! Ante ella estaban dos preciosos renos jugando.

- ¿De dónde habéis salido vosotros?
- ¡Hola! Somos los renos de Papá Noel.
- ¡Dios mío!¡Sabéis hablar!
- ¡Nos hemos perdido!
- ¡Que nosotros nunca nos perdemos!

Entonces los renos dieron su patita a la pastora y la acompañaron hasta donde tenían todos los regalos de Navidad preparados para ser repartidos.

- Marta, tienes que ayudarnos a encontrar a Papá Noel antes de que llegue Navidad. No sabemos dónde se ha metido este hombre. Si nos ofreces tu ayuda, te daremos por adelantado tu más deseado deseo. ¿Aceptas el reto?
- Vale, sí, sí, yo os ayudaré, pero...¿Cómo puedo hacerlo?

Los renos se quedaron pensativos durante un buen rato, hasta que dieron con la solución.

- Buscaremos por todos los lados hasta encontrarlo. Los niños no pueden quedarse sin sus regalos ese día.
- Tenemos que darnos prisa, solo tenemos tiempo hasta el amanecer.
- Vale, chicos, ¿por dónde empezamos? - dijo Pastora.
- Vayamos por aquí.

Rastrearon todo a fondo sin ver nada. Ya desesperados, a punto de darse por vencidos, escucharon en el silencio de la noche unos fuertes ronquidos. Venían de detrás del sillón favorito de Papá Noel.

- ¿Quién estará roncando de esa manera?
- Esos ronquidos me son familiares.
- ¡Claro! Son de Papá Noel. Por fin lo hemos encontrado. El pobre estaba tan cansado de trabajar y con lo mayor que es, se ha quedado frito.
- ¿Qué hacemos? ¿Lo despertamos?
- Sí, sí. No hay tiempo que perder.

Los tres lo abrazaron muy contentos de haberlo encontrado y le contaron lo preocupados que habían estado por él, y sin perder más tiempo, se pusieron manos a la obra para que esa noche ningún niño se quedase sin su regalo.

- ¡Venga, chicos, la noche promete!
- Presiento que nos vamos a divertir mucho esta noche.
- Queda mucho trabajo por delante.

Se montaron a toda prisa en el trineo de Papá Noel y comenzaron la gran aventura. Papá Noel hizo detener el trineo. Ante la primera casa y lo más rápido que pudo, subió a la chimenea, pero se encontraron con otro problema: se quedó atascado en la chimenea y no podía salir ni para arriba ni para abajo. El padre le pidió ayuda a Marta y a sus fieles renos.

- ¡Dios mío! ¡Qué hacemos ahora con este hombre! – gritó Pastora-. Tenía que haberse puesto a dieta un tiempo atrás…
- No puedes comer tantas galletas – añadió Rodolfo-. Tenías que hacer caso de vez en cuando a Mamá Noel. ¡Menuda papeleta tenemos ahora contigo!
- ¡Venga, venga, dejad de regañar al pobre hombre y solucionemos esto ahora mismo! - dijo Trueno.

Corrieron todos hacia la chimenea y con unos empujoncitos Papá Noel cayó por ella. Pudo dejar los regalos bajo el árbol, pero haciendo caso omiso a sus compañeros de viaje, no pasó por alto los dulces que le habían preparado y se los tomó todos, sin dejar ni una mijita, con lo cual tuvo que salir por la puerta.

- ¿Cómo tardaste tanto en dejar los regalos? - le preguntó Pastora nada más salir.
- ¡Claro, normal! Si se ha tomado todo lo que le han dejado – contestó Rodolfo.
- Vamos, vamos, sigamos con el reparto – dijo Trueno.

Toman rumbo hacia la siguiente casa y ya deciden entrar directamente por la puerta, pues la chimenea era demasiado pequeña para él, y así ahorraron tiempo y discusiones tontas.

- Bueno, chicos, ya casi está amaneciendo, pero por fin estamos en la última casa que nos quedaba.
- ¡Qué alegría! ¡Por fin trabajo terminado!

Fue una noche complicada entre prisas, altercados, enfados y nervios, pero al fin todo acabó como habían planeado. Como le prometieron los renos, Trueno y Rodolfo, Pastora recibió su regalo. Era un cuento que se titulaba “Perdidos en Navidad”.

- ¡Oh, qué bonito! Muchas gracias a todos, me encantó ayudaros – se despidió Pastora.

Gracias a que entre todos formaron un equipo pudieron solucionar la Navidad.

Quinto premio (con 42,5 puntos).

Lara Torres Barragán. (5ºB).
Dária Vellarino Galván (5ºB).
Nuria Gata Bas (5ºB).
Isabel Toscano Parra (5ºB).






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